¿Por qué la gente inteligente cae en sectas?
“… todas las chicas de su staff eran guapas, nivel supermodelos. Incluso había una chica española que estaba yendo a hacer casting para ser una de las masajistas personales de Ricardo, y obviamente ahorita ya me siento estúpida de que no pensé que hubiera algo raro en alguien que necesita masajistas personales y que todas las mujeres de su staff sean tan guapas y de diferentes nacionalidades”: con este pasaje del reciente video de la YouTuber Maire Wink , en el que denunció –junto con otros testigos– la presunta secta sexual del gurú espiritual Ricardo Ponce , es imposible no sentirse indefenso ante una verdad aterradora: caer en una secta es muchísimo más fácil de lo que parece.
El caso de Wink con Ponce no es el único. Basta recordar el caso NXIVM , en el que Keith Raniere atrajo a personajes como Emiliano Salinas, Richard Branson, Mark Vicente, individuos que, independientemente de que nos caigan bien o mal, sabemos que, al igual que nosotros, tendrían los sentidos lo suficientemente alertas para darse cuenta de cuando una conducta en una grupo espiritual o de superación personal, no está bien. Y sin embargo aquí estamos…
¿Qué hacer al respecto?
Primero hay que entender lo básico: qué hace que una secta sea una secta. Según la RAE, una secta es una “doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo” o una “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”.
Según el escritor Steven Hassan, autor de Combating Cult Mind Control: The Guide to Protection, Rescue and Recovery from Destructive Cults, lo que separa un bulto benigno de uno destructivo: “en los primeros no controlas con quién hablas ni lo que lees, y eres libre de irte si no te funciona”.
Los destructivos, además, suelen escaparse de estereotipos (adeptos con vestuarios idénticos, trances inducidos, comunas y demás): “En mi experiencia, viven en sus casas, van a trabajar. No sabrías que están en una secta a menos que hables con ellos”. Las sectas destructivas mienten a sus integrantes nuevos y esconden sus verdaderas intenciones.
Al principio puede ser que pienses que te están enseñado alguna técnica de autoayuda o que estés consiguiendo algún regalo (una cena, por ejemplo), cuando en realidad tienes quieren que te unas a un retiro de una semana que más adelante se convertirá en un curso de un mes, seis meses, y cuando menos te des cuenta, tu vida entera se tratará de la secta, al grado de que –como vimos en el documental The Vow – no sólo pagas para seguir capacitándote, sino que empiezas a dedicar todo tu tiempo y dinero a la organización. Todo gracias a estrategias de control emocional, de información, de pensamiento y de comportamiento, y a un: 'eres una persona muy inteligente y con muchos dones, pero si mejoraras estas dos cositas de tu vida, serías imparable'.
Así, por ejemplo, vemos sectas en las que los miembros se reúnen a horas poco comunes, se someten a dietas estrictas y practican todo tipo de explotación física y mental, que altera el cerebro y vuelve a la gente más vulnerable. Mientras tanto, la víctima piensa que está cumpliendo una labor altamente comprometida, ya sea para su propio bien o incluso para el bien de la humanidad. ¿Y quién no quiere eso? El resto es historia. Cuando los integrantes de la secta llegan a cierto nivel, acceden a “grupos secretos”, donde las cosas más perturbadoras comienzan a pasar, y si alguien se queja, el líder le hará creer que es débil, que debe a someterse a ciertas cosas para llegar a un nuevo nivel espiritual y que no tiene compromiso consigo mismo ni con la organización. De entrada, hay que tener cuidado con cualquier grupo que no pueda contestar preguntas sin que antes pagues o te inscribas a un curso o que cumplas con algún logro. Después, hay que investigar sobre la organización en cuestión.
Y recuerda: Wikipedia no es una investigación válida; imagina los riesgos de una enciclopedia que cualquiera puede editar. Ya que investigaste al grupo, haz lo mismo con su líder. Que no te dé pena preguntar sobre su nombre, experiencia de vida, situación legal, antecedentes penales… siempre investiga. Para terminar, hazte consciente de tu propia vulnerabilidad. Según Hassan, el control mental es un proceso bidireccional entre el depredador y la víctima. Lo que fue traumante para ti puede no serlo para alguien con una experiencia de vida distinta. Sin embargo, sin educación al respecto, todos podemos caer por motivos similares.
Fuente: MSN